sábado, 5 de septiembre de 2009

21 AÑOS DE CÁRCEL POR SER POBRE.

La primera noche en mi celda estaba lloviznando y hacía mucho frío y con las rejas todas abiertas y todo, y en ese momento sí sentí mal porque yo no hice nada y por qué me hacen esto y estoy en la cárcel y nunca había hecho nada. Y sí en ese momento lloré, lloré y dije “¿ahora qué?”. Y cuando escuchaba las puertas que se abrían dije ojalá que me dejan ir, y yo me paraba y veía en la puerta a ver si alguien me iba a dejar ir, y no.


Jacinta Francisco Marcial, junio de 2009





El 26 de marzo de 2006 entraron en el mercado central de Santiago Mexquititlán seis agentes de la Agencia Federal de Investigaciones vestidos de civil, que decían estar realizando una operación de búsqueda de drogas y DVD “pirata”. En medio de la tensión, los agentes intentaron confiscar productos del mercado, y los vendedores les pincharon los neumáticos de algunos de sus vehículos. La protesta acabó el mismo día con la indemnización a los vendedores por los daños causados a sus mercancías; sin embargo, esa misma noche los seis agentes presentaron una denuncia ante la Procuraduría General de la República, alegando que las personas participantes en la protesta los habían tenido secuestrados varias horas.



Más de cuatro meses después del incidente, Jacinta fue detenida. En ese momento, le dijeron que iban a hacerle unas preguntas sobre un árbol cortado. Jacinta hablaba poco español y no entendía lo que ocurría. La única prueba que había contra ella era una fotografía publicada en el periódico local en la que se la veía pasando detrás de un grupo de gente que estaba protestando. Numerosas personas han testificado que Jacinta no participó en las manifestaciones. Ese día se la vio asistiendo a misa, vendiendo helados y acudiendo a la farmacia para ponerse una inyección. Durante el juicio no se pidió a los agentes que comparecieran para demostrar su denuncia o reconocer a Jacinta. Tampoco le fue respetado su derecho a contar con un intérprete y el abogado defensor designado por el Estado nunca llegó a hablar con ella para explicarle su derecho a la defensa.



Jacinta, indígena otomí de 46 años, tiene seis hijos y se ganaba la vida vendiendo helados y refrescos con su esposo en un puesto del mercado de la plaza central de Santiago Mexquititlan. Lleva 3 años en prisión y continúa a la espera del resultado de un nuevo juicio.



Pide la liberación inmediata e incondicional de Jacinta.



¡Actúa

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