Yo que estoy libre de pecado, que no soy un pederasta ni un delincuente sexual, tiraré mi piedra contra los que amparados en el poder que les otorga una institución abusan de los menores a las que tenían que proteger.
Porque en el abuso sexual no hay pecado sino delito contra la integridad física y moral de las personas. El pecado es solo un invento de la iglesia para amedrentar a los incultos y a las personas de buena fe y para justificar la impunidad, mediante la confesión, de este tipo de delincuentes.
Y tiraré mi piedra también contra los que encubren estos delitos, contra los que miraron para otro lado en lugar de denunciar a los religiosos pederastas, y tiraré mi piedra contra el Cardenal Ratzinger que cuando era el guardián de las esencias no entró a saco contra estos delincuentes como era su obligación y en su lugar protegía a todos los abusadores sexuales de la iglesia católica.
Y tiraré mi piedra contra el Ratzinger Papa que un día condena con la boca pequeña los delitos de su jerarquía y al día siguiente dice que hay que se benevolente con el pecador e intransigente con el pecado. Como si el pecado -el delito- existiera si no existiera el pecador –el delincuente-. La hipocresía de la iglesia católica no tiene limite, pide benevolencia con el único objetivo de no entregar a la justicia a los delincuentes sexuales en su seno, los protege en lugar de colaborar con la justicia. Mientras que esto no cambie la credibilidad de la iglesia seguirá estando por los suelos.
Mejor sería que que de una vez por todas se dieran cuenta que el celibato conduce a esta situaciones delictivas, mientras sigan considerando el sexo cono delito, perdón quería decir pecado, seguirán existiendo delincuentes sexuales en su seno y yo continuare tirándoles piedras.
Salud, República y Socialismo
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