Con treinta besos de fuego
se despierta sorprendiendo la mañana. Entre la arbolea ya hay rumores de la vida
y por las esquinas, el sol,
bravucón de los estíos,
se empecina
queriendo acobardar al caminante
que enfila, decidío, por la sierpe del camino
con pasos que buscan la justicia.
El aire, ardiente, espeso, empuja hacia el silencio
pero miles de gargantas se rebelan
y elevan al cielo sus sueños y sus quejas.
La gran urbe se presiente lejana y exige entereza.
ya no hay vuelta atrás.
Frente perladas de dignidades,
frente hacia el frente, enfrentadas al destino.
Ya las huellas tempranas
se afirman en las axilas que levantan su albonaira,
el grito solidario: adelante compañera, adelante compañero.
El suspiro que pregona la pasión que nos abraza
enfila una sierpe de sueños y esperanzas
sobre otra sierpe brutal que nos castiga.
En las miradas se proclama el orgullo de una estirpe.
Jornaleros, jornaleras,
forjados en el sudor y el desaliento
en la espera siempre del mañana,
de un mañana mas justo,
de un mañana repleto de trabajo,
de un mañana mas libre,
de un mañana que desborde los recuerdos.
Sobre la sierpe del camino las miradas,
sobre la sierpe del camino los silencios,
sobre la sierpe del camino los jadeos y el grito.
El sol nos golpea sin piedad.
Mi pensamiento raya el filo del abandono.
Una voz cercana le presta bocanadas de aliento :
¡¡ Adelante compañero !!
si miras hacia tras,
verás que proviene de ellas.
¿Sexo débil?, ¿quién lo dijo?, ya llegamos compañero.
Su breve sonriza me inunda y me presta su coraje,
silenciosa, humilde, decidida.
Llegamos. Otra lucha nos espera...
No hay comentarios:
Publicar un comentario